viernes, 21 de abril de 2017



El rol docente y la gestión curricular





Las instituciones educativas orientan sus currículos de acuerdo a su identidad o intensión de formación. Como común denominador, la mayoría busca el desarrollo integral de los individuos; eso parece indicar el currículo oficial. Pero bien se sabe que dista la realidad de lo propuesto y esto sucede en algunas ocasiones porque el método no sido apropiado por la comunidad de docentes. Pero la culpa no es exclusiva del docente, porque en muchas instituciones educativas, su proyecto pedagógico es tan basto y completo, que sirve a la hora de una auditoria, más no se socializa y verifica que su componente pedagógico sea una realidad en las aulas.


Un caso contrario se presenta, con el modelo pedagógico de la Universidad Santo Tomás (USTA), fundamentado en el humanismo cristiano de Santo Tomás, que centra la dignidad de la persona y el desarrollo de sus potencialidades; siempre al servicio del otro. Es importante mencionar, que las enseñanzas de Santo Tomás datan del siglo XIII; hoy su legado es vigente. Para la universidad, es fundamental que el modelo pedagógico sea la columna vertebral del currículo y el rol del docente tomasino, comprometido con el desarrollo de profesional de sus estudiantes, sin olvidar los principios éticos y morales que caracterizan al egresado de la Santo Tomás.


En la USTA, los procesos educativos se orientan hacia la formación de la persona, reconocen sus capacidades y tienen en cuenta las necesidades del entorno profesional. Para dar respuesta a estas necesidades de formación, lo fundamentan en el enfoque problémico, este parte del cuestionamiento de la realidad y considera el enfoque conceptual de las disciplinas. A medida que el docente realiza su planeación, debe permitirse pensar en los espacios para conocer quien es su estudiante, que le interesa aprender, de que manera aprende y como puede servirle aquello para educarse. Como tarea principal, su rol debe centrarse en que sus estudiantes puedan conocerse y regular su propia cognición (Ascorra, 2004), de esta manera puedan aprender para todo la vida.


El punto de partida de la gestión curricular es el proceso de planeación. Esta debe abordarse como una práctica científica y social, a partir de un proceso reflexivo que contribuya al mejoramiento continuo. Esto permite encontrar nuevas maneras de abordar las problemáticas a partir de supuestos y teorías pedagógicas.





De esta manera, se desarrolla en un sistema de valores que cimenta el carácter integral, partiendo del proyecto de vida del estudiante desde sus dimensiones. A través de la metodología problémica, se favorecen redes de investigación y contextualización de los procesos, favoreciendo un vínculo con la comunidad, sus necesidades y posibilidades. De esta manera, se integran la investigación y la proyección social en los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, la labor del docente consiste en contribuir a desplegar las capacidades del estudiante desde su entorno cultural, comprendido desde el diálogo, al debate y la búsqueda de soluciones en colectivo.


Apuntar a cimentar el proyecto de vida de un estudiante de manera integral, se requiere desplegar estrategias metacognitivas que favorezcan el aprendizaje, dando a conocer los desempeños esperados en el proceso formativo. Cuando el estudiante tiene la posibilidad de conocer hacia donde se proyecta y que se espera de su actuación, asume una actitud favorable e incluso, favorece su compromiso ético y despliega sus capacidades. Desde el rol docente, se hace comprensible la estructuración de unos desempeños de aprendizaje que apunten a desarrollar las competencias del futuro profesional.


Las competencias indican la integración del saber, el hacer y el ser, que hacen posible la formación integral que busca desarrollar la Universidad Santo Tomás desde su misión y su Proyecto Educativo Institucional (USTA, 2010). De esta manera, las competencias permiten hacer efectiva la integración del saber profesional con el “saber obrar de la madurez ética”. De esta manera, la formulación de competencias constituye el horizonte de formación deseable y permiten valorar la calidad de formación en los programas académicos. Desde mi rol, es fundamental contar con acciones que permitan anticipar que espero alcanzar desde el proceso formativo. Así, cuando se piensa en la planeación de la evidencia de aprendizaje, se utiliza como referente la competencia y se elige una tarea en la que pueda demostrarla.


En el marco de los principios Tomistas, la formación integral se considera desde las cuatro dimensiones de la acción: “el comprender, el obrar, el hacer y el comunicar”. Estas permiten considerar las competencias desde lo conceptual, las habilidades para aplicar, los valores éticos con los cuales proceder y las habilidades para interactuar con otros. Como docente tomista, las dimensiones permiten que se considere al estudiante en todas su potencial, no reduciendo a su formación a lo cognitivo, sino desplegando sus posibilidades en lo afectivo y ético. En este aspecto, radica la importancia del modelo USTA, un legado que dignifica a la persona, siempre al servicio de la sociedad.


Para que sea una realidad la visión Tomista, se debe lograr una transformación radical del docente como persona y como profesional, desarrollando propuestas de estrategias de enseñanza, que contribuyan al desarrollo de la capacidad de pensamiento del estudiante, con miras a que este aprenda a razonar e incremente su capacidad para a resolver problemas, esta transformación pasa por un cambio de una actitud pasiva ante los cambios del sistema educativo, de buscar e implementar nuevas estrategias de enseñanza, los docentes deben estar a la par del desarrollo tecnológico ya que los estudiantes tienen facilidad utilizar las tecnologías, disminuir la resistencia al cambio, incrementar la motivación a investigar.


Sin lugar a dudas, el planteamiento que puede hacerse debe estar enfocado en la necesidad de facilitar aquellas condiciones propicias que permitan el desarrollo de las capacidades cognitivas de orden superior. Antes de emprender una tarea de esta magnitud, debemos reflexionar y visionar la construcción del conocimiento como: un proceso dinámico y activo, controlado en su totalidad por el sujeto constructor; solo en ese instante podremos hablar de procesos metacognitivos.


Referentes

Ascorra, P. (2004). La incidencia del rol docente en el desarrollo del conocimiento metacomprensivo1. Psicoperspectivas, 3, 23-32.


Universidad Santo Tomás (2010). Lineamientos Pedagógicos. Bogotá: USTA.